New York, New York

Cuando escuchamos altruismo, pensamos en personas adineradas que, abanderando la conciencia social, ponen a disposición de diversas causas recursos de todo tipo. La ayuda casi siempre se dirige a colectivos marginados y, cuando es internacional, lo más frecuente es que la colaboración provenga del llamado Primer Mundo, para combatir la desigualdad en los países no desarrollados. Lo que no es común es oír sobre la pobreza en países desarrollados. Aunque usted no lo crea, la injusticia no respeta fronteras. Prueba de ello es la situación social que descubrió la Reforma Sanitaria propuesta por Barak Obama, Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica (país que representaba, en el imaginario social de América Latina, el modelo de bonanza económica). Hasta la aprobación de dicha reforma en este año, un porcentaje elevado de la población estadounidense no contaba con cobertura médica y, aún así, los ciudadanos conservadores del vecino país, que son muchos, protestaron contra la aprobación de las leyes que permitirían a los pobres de allá ser atendidos cuando se enferman.

Con la globalización, las condiciones de desigualdad emergen de las sombras, pero también los esfuerzos de grupos de cooperación, ahora a nivel mundial: ya no se trata de que los nacidos en países “privilegiados” acudan a ayudar a los que menos tienen en naciones pintorescas y pobres, sino de fomentar la solidaridad entre todos, rescatando del fenómeno de la mundialización la generosidad que debiera distinguirnos como humanos. Pioneros en ello son Gerardo Jaime y Katy Bernhart, él mexicano y estadounidense ella, quienes luego de un largo viaje por Sudamérica, se han dedicado a fomentar la cooperación social de los viajeros para que a su paso dejen muestras palpables de solidaridad y, a cambio, se lleven la experiencia inigualable de convivir con las personas, más allá de lo que una estancia por vacaciones podría dejarles.

Esta pareja fundó Por un mejor hoy (www.hoycommunity.org), organización que se dedicó durante varios años a organizar viajes de voluntarios a diferentes partes de México, la mayoría estudiantes estadounidenses que pasaron sus vacaciones pintando escuelas, construyendo áreas recreativas para niños, levantando cercas y conviviendo con las comunidades indígenas y campesinas de México a las que visitaban; buena manera de ayudar, pero también de inculcar en los jóvenes norteamericanos una visión distinta de nuestro país y de su responsabilidad como “ciudadanos del mundo”. Katy y Gerardo acondicionaron una casa en Cuernavaca, Morelos: Casa Hoy (hoycommunity@gmail.com), sede de la organización y albergue para viajeros que acuden a realizar trabajo voluntario en el marco de distintos proyectos locales (Centro de Atención al Menor, Ministerios de Amor- Casa Perlas para niñas, Caminando unidos-escuela alternativa para niños de bajos recursos, Casa de la red-limpieza de barrancas y el Grupo de Mujeres Indígenas Artesanas de Cuentepec, entre otros). Con Casa Hoy, se van creando puentes que unen a comunidades en necesidad y visitantes internacionales; se estimula así el desarrollo positivo y duradero para ambas partes, mediante la promoción de viajes participativos, trabajo comunitario y cooperación internacional.

Gerardo y Katy siguen planeando, ahora un nuevo viaje de cooperación, pero esta vez con una novedad: convocan a jóvenes mexicanos, interesados en ayudar como voluntarios, mientras conocen nada menos que Nueva York. En el mundo del altruismo, siempre al borde de la conmiseración y el “lavado de conciencias primer mundistas”, pocas veces he encontrado una propuesta más congruente. Sin duda celebro la solidaridad bien entendida (sin distingos por nacionalidad), pero también creo que es un acierto acudir a la conocida generosidad mexicana. El nuevo proyecto de Por un mejor hoy beneficia a todos: a los que reciban la ayuda de los viajeros voluntarios y a los que vayan, jóvenes de nuestro país que tendrán la oportunidad de conocer la mítica ciudad de New York, en toda su compleja realidad.

Este viaje, que ocurrirá del 5 al 12 de septiembre, sirve igualmente para enseñarnos que nosotros también podemos y queremos dar; que no hace falta nacer en un país de economía “resuelta”, para proponernos hacer algo por los demás (sean de donde fueren). No creo exagerar cuando digo que esta iniciativa promueve la paz: se teme lo que se desconoce y el miedo es una de las fuerzas más vehementes que alimenta la violencia. Conocer a los “otros” cooperando con ellos, es una respuesta digna y fraterna en tiempos hostiles, de leyes contra migrantes como las de Arizona. Mexicanos que cruzan “al otro lado”, no en busca de dinero, sino movidos por el deseo de ayudar. Es motivo de orgullo que esta iniciativa nazca en nuestro país, ¿no cree usted?