Mejor juntas que difuntas: Solidaridad femenina y violencia contra las mujeres

Estoy indignada. Hace unos días escuché algo que me dejó con la boca abierta: en un programa televisivo de Monterrey dedicado a seguir la vida de los miembros de la farándula, la conductora invitada, a propósito de los golpes que sufrió en Estados Unidos una de sus colegas por parte de su recién adquirido marido (so pretexto de los celos que a éste le causó encontrar mensajes de la pareja anterior en el teléfono de la chica), dijo: “qué bueno que le pusieron unos ‘cates’, por andar fajando”. Lo anterior pretendía ser un comentario inocente y gracioso dicho en el contexto de un programa de espectáculos, aparentemente sin mayor importancia para el conjunto de la sociedad. Sin embargo, me parece que hay varias cosas que debieran cuestionarse seriamente en torno a este hecho tan lamentable. Las primeras preguntas que me surgen tienen que ver con la función social de los medios de comunicación, sobre todo en lo que respecta a su programación de entretenimiento: ¿acaso, por tener como objetivo únicamente divertir y entretener a la audiencia, los contenidos de este tipo de programas pueden estar al margen de la ética?, si pensamos que justamente dichos espacios comunicativos se reservan a la hora en que su público estará conformado mayoritariamente por mujeres amas de casa (muchas de ellas víctimas de abuso), ¿no deberían cuidarse de manera atenta los mensajes que trasmiten, en particular cuando se refieren a temas tan delicados como lo es la violencia doméstica? ¿De qué sirven las, por cierto escasas y con mínima difusión, campañas para concienciar a las mujeres sobre sus derechos? Aún más, ¿para qué las televisoras hacen programas de corte feminista (como Mujer: casos de la vida real o Lo que callamos las mujeres), si por otro lado en su propia programación se siguen alentando los preceptos misóginos que justifican el maltrato al interior de las familias? ¿Es en verdad inocente y gracioso difundir en un programa con altos índices de raiting la idea de que existen situaciones en las que es “normal” e, incluso, “bueno” que las mujeres sean violentadas por sus cónyuges? Yo no lo creo. Desde mi forma de entender las cosas, no existe razón alguna que justifique el abuso de cualquier tipo contra otro ser humano. Decir que una mujer “recibió lo que se merecía” cuando es golpeada por su marido (sin importar lo que ella haya hecho), equivale a creer que las chicas vestidas con minifalda son responsables de haber sido violadas. Me indigna todavía más que el comentario referido haya sido expresado por una mujer. No cabe duda que la misoginia (odio a las féminas) no es exclusiva de los hombres machistas; la educación patriarcal ha hecho uso de las propias mujeres para denostar a su mismo género. Esto es algo que molesta de manera especial a algunas feministas (yo diría hembristas) que no están dispuestas a admitir la responsabilidad que también las mujeres tenemos en la reproducción del machismo: “una vez más se nos culpa”, vociferan ellas cuando se dice que nosotras debemos aprender a ser solidarias con nuestras pares. Por supuesto, coincido con la defensa de la corresponsabilidad de ambos géneros en la educación que se trasmite a hijas e hijos, pero sin dejar de lado a los varones (muchos de ellos a favor de la equidad), creo que en la lucha por una vida libre de violencia para las mujeres nosotras debemos poner el ejemplo. Es francamente inmoral que una mujer se refiera a un suceso de violencia doméstica del modo que lo ha hecho la conductora invitada a aquél programa. Pensé en poner su nombre y hacer de este artículo una suerte de denuncia, pues creo que nada habrá que justifique su irresponsabilidad como comunicadora y, ante todo, como mujer. Sin embargo, creo que no es necesario evidenciar a la persona, cuando lo que importa es que esta situación se repite con frecuencia. Cuando escuché el desafortunado comentario, inmediatamente se me vino a la cabeza un viejo dicho: “mujeres juntas, ni difuntas”. Me sorprendió tener tan presente ese enunciado, al que de manera personal siempre he considerado como muestra palpable de la célebre estrategia “divide y vencerás”, esta vez aplicada a la lucha de los derechos femeninos. No hay nada que justifique la violencia doméstica. Ninguna circunstancia, por terrible que parezca, otorga a un hombre el derecho de golpear a su compañera. Si una mujer es infiel (asumiendo sin conceder, que así hubiera sido en el caso que nos ocupa) o insoportable, o quejumbrosa, o lo que sea, el marido puede optar por divorciarse. A mi juicio, tampoco existen buenas razones para que entre nosotras se alimente la misoginia. Ser solidarias con nuestras pares muchas veces es una cuestión de vida o muerte; si nosotras no contribuimos a modificar los mandatos sociales, mediante los cuales se imponen grandes cantidades de dolor emocional y físico a la existencia femenina ¿quién lo hará? Señoras, tomen conciencia, no se trata de reunirnos contra los hombres (esa postura hace décadas fue superada), pero antes de agredir con palabras, pensamientos o indiferencia a otra mujer, recuerden que siempre será mejor juntas que difuntas.

2 comentarios:

Estoy totalmente de acuerdo, se me hace muy desafortunado que una comunicadora, quien tiene la función de comunicar, dicte este tipo de mensajes! NO ES POSIBLE, es cuando creo que debería haber una revisión de contenido de todos los programas televisivos a los que estamos expuestos... Creo en la libertad de expresión pero esto si es una burla!... Cuantos años se han llevado para alcanzar un poco de respeto e igualdad a la mujer mexicana para que una persona de este mismo genero se exprese de esa forma!
Chu :)

 

El feminazismo en su expresión Light. Nos recuerda a una "gran" escritora, ahora adscrita a un puesto como funcionaria pública con su novela "Dios mío, haznos viudas por favor" -qué gran best seller- hasta el orientado al porqué los hombres aman a las cabronas (sic) o el Manual de la perfecta cabrona.

CUAHTÉMOC SÁNCHEZ...¡¡¡DÓNDE ESTAS!!!

PD. Estoy siendo sarcástico.