El respeto a la mascota ajena es la paz

A Bruno Antoine, coordinador de Amazon CARES (Comunidad para Animales, Rescate, Educación y Salud), en Iquitos, Perú. Como él dice, trabajar por los animales lo hace más humano.

En México cada vez es más frecuente enterarse de medidas, incluso oficiales, que implican el maltrato a los animales. Autoridades de diversas ciudades se dicen preocupadas por los problemas ocasionados debido a la sobrepoblación de gatos y perros en situación de calle, por lo que autorizan matanzas que poco tienen de civilizadas, en lugar de apoyar a las asociaciones civiles que combaten el mismo problema con esterilizaciones masivas y con actividades para concienciar a las personas sobre sus obligaciones como dueños de mascotas.
Ahora, la novedad en las redes sociales es un comunicado mediante el cual, un grupo de personas que asegura conformar el Consejo Vecinal de la Colonia Condesa en la Ciudad de México, convoca a llenar las calles de esa demarcación con alimento envenenado para asesinar a perros y gatos; se dicen inconformes con los dueños irresponsables de mascotas a las que traen sin correa y que no levantan las heces de sus animales. Su molestia es comprensible, pues a nadie resulta agradable andar por aceras minadas de excrementos, ni respirar el aire contaminado por los mismos y, mucho menos, han de mostrarse felices frente a la preocupación de que ellos o sus hijos puedan ser atacados por alguna mascota que resulte peligrosa y no sea controlada por su dueño. Sí, la exigencia para que sean respetados sus derechos es legítima, pero no lo es la medida que proponen para lograrlo, puesto que, entre otras cosas, atenta contra uno de los principios básicos de la convivencia y la legalidad: no se puede hacer justicia cometiendo injusticias.
Podría hablar de los derechos que los propios animales tienen, pero me queda claro que, para quienes no los aman, este argumento resulta endeble. Sin embargo, hay otras razones que deberían interesarles a las personas que consideran el “exterminio” (palabra usada por ellos en su comunicado) como una opción para garantizar, dicen nuevamente los convocantes, “la seguridad de nuestros hijos”. Precisamente por sus hijos es que resulta necesario abordar el tema de manera seria y, sobre todo, analizar a fondo lo que, hasta ahora, les parece una solución viable a un problema que es mucho más complejo.
Puede ser que a los miembros de esta supuesta organización vecinal tampoco les importe matar “accidentalmente” a las mascotas de personas que sí son responsables, o a animales que se han extraviado por un lamentable descuido, haciendo pagar a “justos por pecadores”; “daños colaterales, tristes pero inevitables”, pensarán. Quizá también sean indiferentes frente a la posibilidad de que la víctima sea un ser humano, un niño que por curiosidad ingiera el alimento con veneno, por ejemplo; tal vez no les parezca grave la inseguridad para ese infante porque ese hijo es de alguien más.  Ni pensar en que les preocupe el bienestar emocional de los niños que comparten su tiempo y su vida con una mascota a la que probablemente verán morir en la calle sin poder hacer nada al respecto, angustiados, asustados, marcados psicológicamente por una experiencia que, a todas luces, es violenta.
Lo que sí debe importarles, en principio porque es una de sus obligaciones como padres de familia, es la salud mental y emocional de sus hijos. Sin duda, inculcar en los niños que la agresión contra seres vivos es una forma legítima y normal para resolver los problemas sociales de convivencia no es buena idea. Las consecuencias de fomentar la cultura de la violencia es palpable en nuestra sociedad y, en muchos casos, la criminalidad de la que tanto nos quejamos ha estado asociada al maltrato animal; basta con leer los peritajes psicológicos donde se señala que, de niños, asesinos seriales famosos, tristemente célebres por la crueldad con la que cometieron sus crímenes, torturaban y asesinaban mascotas.
Las medidas de exterminio que este y otros grupos de personas promueven, no contribuyen a crear conciencia en los dueños irresponsables (quienes ciertamente deben asumir las obligaciones adquiridas con sus mascotas para no afectar a los demás), ni ayudan a la armonía entre los seres humanos que se encuentran conviviendo. Por el contrario, fomentan la agresión social que de por sí estamos padeciendo. Además de la violencia desbordada que hoy vivimos y sufrimos en el país, en el extranjero se comenta con desagrado y franca desaprobación que los mexicanos somos un pueblo que maltrata a los animales. ¡Qué pena!, porque, como decía Mahatma Ghandi, “la grandeza de una sociedad se puede averiguar por la forma con que trata a sus animales”. 

4 comentarios:

Hola. Leyendo tu artículo, que me parece muy sensible, me vino una preocupación ya vieja. Creo que con esto de las mascotas, actualmente estamos un tanto radicalizados. De forma muy general y con todo respeto, creo que no hemos hallado un punto medio. Por una parte, es común ver a la mascota, sobre todo en colonias como la condesa, obligada a jugar roles que en nada tienen qué ver con su naturaleza, es decir, mascotas pseudohumanizadas que terminan ridiculizadas con tantos mimos y accesorios inecesarios que les quitan libertad y, quizá, hasta algo de dignidad. Por otro lado, están los puntos que planteas, tienes razón, todos los seres vivos tenemos derecho a la vida y al resguardo.

 

Lo que dices es cierto, Carolina: "humanizar" a los animales habla más de los "problemas" emocionales de sus dueños que de cualquier otra cosa. Pero, como bien dices, aquí el asunto es que todos tenemos derecho a la vida y, agrego yo, que la forma de lidiar con los conflictos provocados por los dueños irresponsables de mascotas, no pueden arreglarse con violencia y agresión contra seres que están indefensos. Besos.

 

Hola Tania, muy lindo tu articulo y por supuesto que encuentro muchas preocupaciones mías y ideas que trato de inculcar a las autoridades sobre el hecho que dedicarse a la protección de los animales en un país en lo cual ninos padecen todavía de carencias alimenticias básicas no es un lujo o afición de gringo sino una preocupación que tiene que ver con la educacion elemental y el rechazo de la violencia como lo mencionas con mucho talento.
Que Viva la Vida !
Gracias por tu dedicatoria y un abrazo fuerte a ti y a tu mami.

 

Y eso hablando de máscotas, pero hay muchos perros y gatos callejeros, a esos ¿quién los defiende? Existen porque el Hombre los arrastró a su civilización y no los supo cuidar, esos por no ser de raza, ni tener casa qué? que mueran envenenados porque a la gente le molesta pisar caca?